miércoles, 2 de febrero de 2011

Marina.

Las siete de la mañana, de un día cualquiera de colegio, un día más. Su aburrido e interminable viaje de su pequeño pueblo hasta la gran ciudad donde se encontraba su colegio era de lo más aburrido. Marina, justo antes de salir del coche se coloco la falda, dándole una vuelta más para que quedase aún más corta. Iba guapa, con el pelo alisado totalmente, puntas abiertas a consecuencia de ello pero aún así, ella, iba guapa, muy guapa. De repente, allí lo vio, él y su coche, su beso diario de buenos días. Ella sonríe, lo hace con timidez pero lo hace ya que él forma parte de su felicidad, él le hace feliz. Como le gustaría a ella salir de allí, de su rutina diaria e irse con él a donde sea, a lo más apartado del mundo posible y olvidar, olvidar todo lo relacionado con la rutina.
Pero hasta entonces, ella seguirá esperando todos los días su beso diario de buenos días; corto pero intenso, dormido pero vivo.

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